Madrid Palacio de Cibeles

CLARA IGLESIAS NAVAS La Real Academia Española define la confianza, aunque existen otras acepciones, como la esperanza que tenemos en algo o alguien.

Pero dado el panorama actual, ¿cómo podemos tener confianza en nada ni nadie? 

Existen más de 6 millones de personas susceptibles de ser activas en situación de desempleo y uno de los aspectos más negros es que un gran porcentaje de esos millones son hombres y mujeres que no superan los 30 años, los profesionales del mañana, nuestro futuro.

Cómo vamos a tener un país preparado y competitivo si aproximadamente o incluso más del 50% de los jóvenes españoles que finalizan sus estudios, no pueden acceder a ningún tipo de puesto que les permita desarrollar y aplicar esos conocimientos adquiridos. 

Ante esta situación, nuestros jóvenes (donde yo por cierto me incluyo) tienen dos alternativas, ya que el tiro en la sien de momento ha sido descartado.

La primera opción, consiste en aceptar un trabajo “basura”, mientras “salimos de la crisis para ir tirando”.

Este tipo de trabajos son aquellos en los que se pide un licenciado / ingeniero / arquitecto, a poder ser con inglés y alemán y por supuesto con un MBA, para coger el teléfono a una media de minuto y medio, sintiendo el sonido de los tambores, pom, pom, pom, a tu espalda o aquellos en los que picas datos a la misma mecha, con el látigo silbando sobre tu noble testa. Por supuesto el salario no suele ser bueno, como mencionábamos es solo “para ir tirando”.

Durante un período, no muy largo de tiempo, esto se puede aguantar pero llega un momento en que ese licenciado / ingeniero / arquitecto, que tenía aspiraciones de llegar a ser…se quema, de tal modo que un día revienta.

Puede que sea el trabajador quien abandone el trabajo, de todos modos después de él, vuelven a salir 320.000 nuevos candidatos para esa oferta de empleo… O lo más factible, aun reventado aguanta como un jabato pero la empresa por H o por B decide prescindir de sus servicios…

La segunda opción es largarte, sin mirar atrás, como hicieron en su día abuelos, tíos o primos. Te coges el petate y ala, a Alemania o Inglaterra, ya que son los países que más se mencionan últimamente. 

Sin embargo no es todo tan bonito como lo pintan. En Inglaterra lo único que puedes hacer, en principio, ya que habrá excepciones, es aprender o perfeccionar tu inglés, dependiendo del nivel de cada uno, mientras trabajas de camarero, cocinero u “au pair”.

Transcurrido, aproximadamente, uno o dos años, ya has perfeccionado tú inglés, sigues de camarero, cocinero u “au pair” y te das cuenta de que echas de menos las albóndigas de tu madre, las cervecitas en la terracita con tus colegas, los partidos de fútbol del domingo y España en general.

Por lo que coges el primer avión y regresas para volver a la primera opción del trabajo “basura” para “ir tirando mientras salimos de la crisis”, si es que tienes suerte. Porque puede que ya ni puedas aspirar a coger el teléfono o a picar datos y te quedes en ese limbo al que llaman paro. 

En el caso de Alemania puede que haya más perspectivas de futuro pero nadie regala duros a pesetas.

Aparte del alemán, están los problemas con la burocracia, la distinta forma de trabajar o simplemente el diferente modo de afrontar la vida. Sin embargo, una vez superado todos los obstáculos, puedes llegar a triunfar en tu campo, en aquello para lo que te habías preparado. Y este triunfo, desde mi punto de vista tiene regusto agridulce. 

Por un lado, me alegra y me enorgullece como española ver como nuestros camaradas consiguen a base de tesón ser apreciados y consiguen demostrar toda su valía. Y no solo ocurre en Alemania, también en Estados Unidos, Australia, Japón…

En primer lugar está el tema del idioma, los empresarios alemanes exigen que sus empleados dominen el alemán y en segundo, siguen prefiriendo un trabajador alemán a uno extranjero.

No es que tenga nada en contra de Alemania pero debemos tener en cuenta, como se decía en el artículo “Diez cosas que debes saber sobre Alemania”, publicado en EL MUNDO, una serie de factores.

Dondequiera que mires siempre verás a un español que ha llegado lejos ya que nuestros compatriotas trabajan duro y se hacen valer.

Pero por otro lado, piensas en toda esa inversión realizada en el triunfador que se pierde para España.

Estamos perdiendo personas brillantes en todas las áreas. Personas que estaban dispuestas a trabajar duro por y para España que no pueden hacerlo, deben emigrar y ofrecer esa disposición en otros lugares donde si se les valore. 

Estas dos opciones se derivan por supuesto de la crisis, eso no podemos negarlo, y esta ha afectado en mayor o menor medida a todos los países.

Sin embargo, opino que España tiene su parte de culpa, tanto en la crisis como en el modo de tratar a sus ciudadanos, aquellos que son trabajadores, íntegros y muy válidos para la sociedad.

Vivimos en un país donde se valoran los “listos”. 

Hombres y mujeres que como listos que son, copian en los exámenes, hombres y mujeres que como listos que son, no pagan sus impuestos, hombres y mujeres que como listos que son, utilizan ayudas, subvenciones o becas para fines muy diferentes a los que deberían destinarse. Y eso solo un pequeño ejemplo, no una lista con “numerus clausus”, ojalá.

Esto me ha dejado siempre ojiplática, si un tío copia en un examen, no es “allá él y su conciencia”, no.

Que copie en el examen puede suponer que el nivel de exigencia del profesor suba y por tanto las notas de sus compañeros, que como “tontos” que son si han estudiado, bajen considerablemente. Y todavía peor si lo que te juegas en un examen es un puesto de trabajo, te pasas tres años dejándote los cuernos para sacar tu placita de profe y viene el listo y te la levanta porque como listo que es, se le ha ocurrido copiar en el examen.

Lo mismo ocurre con los impuestos, el Estado no es un ente que se autofinancia.

El Estado somos todos nosotros y si una gran parte de ese “todos” evade su responsabilidad, es poco probable que los pocos que si cumplen puedan sostener el país.

E ídem con ayudas, becas y subvenciones, que salen de los ciudadanos (los que sí cumplen con sus obligaciones) para cubrir una serie de situaciones sociales, como puede ser ayudar a chicos y chicas a estudiar porque aunque si tienen actitud y aptitud, no tienen capacidad económica para llevarlo a cabo, como ofrecer a una familia en la que se han quedado sin trabajo uno de los cónyuges o ambos, un pequeño alivio mientras buscan uno nuevo, como echar una mano a aquel emprendedor que quiere montar su pequeño negocio y que puede terminar creando un gran número de puestos de trabajo.

Y esto tiene una relación directa con lo que mencionábamos sobre Alemania, creemos que puede ser muy fácil, incluso aunque dominemos el idioma.

Pero… ¿y este modo de pensar tan nacional? En ese tipo de países, salvo alguna excepción, no se tolera el comportamiento descrito anteriormente y denominado de “listos”. En Alemania, Noruega, Finlandia… la población no evade sus responsabilidades, las afronta para poder conseguir ese estado de bienestar que tanto envidiamos. Pero hay que recordar que todo en esta vida conlleva un sacrificio.

Queremos los beneficios sociales que pueden ofrecer en estos países y sin embargo no queremos pagar un duro por ellos, resulta complicado de imaginar cómo podemos conseguirlo entonces.

Siento ser tan terriblemente negativa, pero es la verdad, al menos la mía, la que yo veo.

Nos bombardean a todas horas con políticos y otras personalidades corruptas, que roban a manos llenas y no pasa nada, con personajillos que por haberse fotografiado con el futbolista o torero de turno pasa de ser un muerto de hambre a alguien “importante” al que le pagan por asistir a cualquier tipo de evento y que se cree con derecho a opinar sobre todo tipo de temas en programas sensacionalistas.

Temas muchas veces que no son en modo alguno baladí pero no, ellos pueden hacerlo sin ningún tipo de pudor ni responsabilidad.

España inculca el valor del “pelotazo”, al que podemos definir como el sueño de todo español de hacerse rico en tres días sin haber movido a penas un dedo y por supuesto sin ningún tipo de preparación en la materia en la que aspira hacerse millonario.

No digo que no soñemos en muchas ocasiones con ser ricos e importantes pero debemos tener en cuenta otra serie de valores para lograrlo.

La formación, el aprendizaje, el esfuerzo, la constancia son en muchas ocasiones palabras vacías para nosotros.

Pero son esas palabras las que habitualmente te ayudan a conseguir aquello que te propones.

Y lo que más me duele es que en el fondo nos avergonzamos, aunque sea solo un poquito, de ser españoles, si al menos fuésemos con la cabeza bien alta a pesar de esas ideas tan nuestras, otro gallo nos cantaría… Porque la idea que otros países tienen acerca de España dista también de la realidad. Cierto, como he mencionado en párrafos anteriores que nuestros principios no son los más adecuados y que nos encanta el camino fácil.

Pero no nos engañemos tampoco, en España hay mucha pero mucha gente muy preparada, más incluso que en otros países, países que nos miran por encima del hombro. Hay gente profesional, honrada, muy trabajadora y que podría alcanzar cualquier objetivo que se propusiera, pero vamos por el mundo a veces, demasiadas, como si nos quedara grande y ello hace que no nos tomen en serio.

Y perdonen que divague un poco pero ayer por la noche mientras veía un reportaje de las distintas fiestas que se celebran en España (véase San Fermín, La Batalla del Vino, La Tomatina…) se me caía el alma a los pies.

No por las fiestas en sí, ni por la mayoría de los que allí acuden sino por cierto tipo de turismo, que nos da dinero, por supuesto, pero ¿a costa de qué? Casi podríamos decir que nos prostituimos por un puñado de euros o dólares.

Vienen a España a hacer todas las barbaridades que no hacen en sus países y nosotros se lo permitimos. Vemos como orinan en la calle, destrozan propiedades públicas y privadas, increpan a los autóctonos para derivarlo en una pelea… Y nosotros tan contentos, oye.

Entiendo que el turismo es una de las fuentes de ingresos más importantes de España pero tampoco podemos permitir este tipo de actuaciones. A nosotros no se nos ocurre comportarnos de esta forma en los países que visitamos.

Pero es la historia al revés, los de fuera cuidan su país y “destrozan” los del resto y nosotros “destrozamos” el nuestro y cuidamos el resto. Como siempre, hay excepciones. En fin, a modo de conclusión en este batiburrillo de ideas, decir que en España hay gente muy válida y profesional, que conste, pero también mucho caradura con y sin afán de protagonismo.

Y es el protagonismo y la caradura de esta gentuza la que nos deja a la altura del betún, provocando en España como colectivo un sentimiento de inferioridad con respecto a otros países, lo que hace que estos se impongan y nos estrujen como nos está pasando ahora.

¿Y esto a que lleva? Pues a que salgan caraduras con y sin afán de protagonismo, y volvemos a empezar.

Estamos metidos en la pescadilla que se muerde la cola. Hasta que no nos concienciemos de que hay unas normas que deben cumplirse por todos, sin excepción y a la vez de que somos un gran país, a lo largo de la historia lo hemos demostrado, somos supervivientes natos.

Las cosas nos seguirán yendo “regular”. Sin embargo en esto si tengo confianza, reitero que España es un país con grandes personas en su interior. Sin embargo, a pesar de todo lo escrito, me gusta ese extraño lugar llamado España y me gusta su gente.

Confío en nosotros y como dice, quizás, mi héroe literario favorito Don Diego Alatriste y Tenorio, venderemos cara nuestra piel.

Licenciada en Derecho en la Universidad de Santiago de Compostela. También ha reali zado un máster en Dirección Comercial y Marketing en IDE-CESEM. Ha trabajado en los servicios jurídicos de Iberdrola, el departamento de fidelización de clientes de Línea Directa y actualmente se encuentra en el Ser vicio de Asistencia Legal de Securitas Direct desempeñando el puesto de asesora legal.

En su tiempo libre se dedica a nadar, pasar tiempo con su familia y amigos, leer y escribir. Y espera en un futuro no muy lejano compaginar su trabajo con la escritura a nivel profesional.

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