Escenas cotidianas…
Resumen del post:
Pocos hogares tienen ya teléfono.. casi ninguno. En las calles aparecen las cabinas públicas. Por las noches incluso hay que hacer cola si quieres llamar. En casa, no hace mucho que cambiamos el viejo televisor en blanco y negro por uno en color. Cincuenta kilos de televisor.
Lo jóvenes se reúnen en casa del afortunado que tiene un radiocasete de doble pletina. Es la única manera de hacer una “copia privada” de las últimas canciones del grupo de moda.
En cuestiones de tecnología, hace poco llegó a casa un Zx Spectrum 48K. En el Instituto parece que empiezan a llegar algunos Pcs. Con un poco de suerte, para el último curso de informática tocará alguno.
¿Internet? Eso en España aún no se sabe lo que es. Cuando toca un trabajo en el instituto, todos a la biblioteca. En la mayoría de los casos sólo como excusa para hacer vida social y, de paso, mejorar nuestra relación con el otro sexo.
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Nuevas Tecnologías
Podría parecer el comienzo de un viejo libro de historia, pero el caso es que lo anterior era la vida normal apenas 30 años atrás.
Y, de repente, Internet.
Aquí empieza el cambio. No vamos a entrar si para bien o para mal, porque cuando algo es inevitable lo único importante es asumirlo con la mayor formación/información posible.
Tener al alcance de la mano y de forma instantánea toda la información que demandamos puede hacernos creer que se hace innecesario cualquier tipo de esfuerzo cognitivo. (Que se lo digan a Nicholas Carr, autor de “Superficiales” y “Atrapados”)
La inmediatez. Para lo bueno y para lo malo, la información, las noticias, la comunicación en general se ha vuelto inmediata. ¿Se imaginan esperar hasta llegar a casa para enviar un correo, leer un WhatsApp o ver las últimas noticias?
El exceso de información. Nos llega de todas partes. Ahora el problema es filtrarla, contrastarla.
La calidad. Los trabajos de los niños en el colegio ahora se hacen en minutos.
Otra cosa es hacer un buen trabajo. Y ahí está el quid de la cuestión.
Y vio el hombre que Internet necesitaba algo más…y creó el Smartphone
Cierto es que ya Internet no es algo novedoso. Es más bien, algo natural. Como la electricidad.
Por ello, su existencia muchas veces pasa desapercibida, eclipsada por los servicios que viajan a través de sus intrincados caminos de fibra óptica y pares de cobre.
Al calor de esta conexión tenemos WhatsApp, Instagram, Control domótico desde el móvil, servicios avanzados en la TV y un largo etcétera de servicios que son los que realmente percibimos como novedosos.
Pero todos ellos han sido impulsados por una tecnología crucial en la universalización de Internet: la telefonía móvil.
Desde mi punto de vista, hay dos hitos que han marcado los cambios más drásticos tanto en la vida cotidiana como en el ámbito laboral: Internet y la telefonía móvil con los Smartphone como punta de lanza.
De hecho, hoy no podemos concebir lo uno sin lo otro. Un móvil sin datos sería absurdo para la mayoría de la población. E Internet sin ser accesible desde un dispositivo móvil no es imaginable.
El consumismo electrónico
Arriesgándome a llevar al límite la expresión “consumismo”, la usaré desde dos vertientes.
Por un lado considerando que, de alguna manera, la tecnología “nos consume”. Muchas veces se trata de vender la tecnología como una forma de darnos más tiempo para nosotros. Quizás fuera así con el lavavajillas, con la lavadora o con el coche.
Pero no nos engañemos. Con las TV 4K, la PlayStation 4 o el iPhone X es justo al revés. Y si no me creen, apunten durante una semana las horas que pasan junto a esos y el resto de cacharritos que conviven con nosotros.
No se trata de verlo como algo negativo. Es una cuestión de hechos consumados. Para unos, es una mejora de nuestro ocio, de nuestras relaciones sociales o incluso de nuestra cultura. Para otros, es una necesidad pedir a los amigos que dejen el móvil en la entrada cuando vienen a cenar.
Por otra parte, es evidente que el modelo actual de evolución tecnológica se sustenta en un modelo de sociedad de consumo donde es “necesario” cambiar de TV, teléfono, consola o incluso de coche cada poco tiempo.
Aquello de que “el televisor se cambia cuando se rompa” pasó a la historia. Y si no, que tire la primera piedra el que no ha deseado alguna vez que su hijo tropiece “accidentalmente” con la tele para ir corriendo a buscar el nuevo modelo 3D. Otra cosa es si esto es sostenible para la economía familiar.
El ciclo de vida de los nuevos modelos de TV o de los móviles es de apenas 12 meses. Con cada nueva evolución, parece que lo anterior ha quedado ya obsoleto. Inservible. La pregunta es: ¿Hemos sacado provecho a todas las posibilidades del dispositivo e esos escasos 12 meses?
Tecnología y empresa
¿Por qué tecnología?
Sería una buena forma de acabar rápidamente con este artículo, porque podría darse el caso de que no siempre la necesitemos. Puede parecer absurdo, pero no tiene una respuesta trivial. Cada negocio tiene unos condicionantes y unas necesidades concretas y totalmente diferenciadas. Sin entender esta cuestión no tiene sentido plantearse ningún tipo de implantación tecnológica.
Superado esto, lo que toca es plantearse objetivos concretos y, sobre todo, abarcables. No por más presupuesto y más equipamiento y tecnología puntera mejoraremos más nuestro negocio. Si el esfuerzo a realizar supera nuestros recursos acabaremos en un estrepitoso fracaso…y sin presupuesto.
La simplicidad
En una ocasión, mientras trabajaba en un Centro de Servicios de TI, mi jefe directo me citó al despacho para tratar sobre un informe en el que estaba trabajando. Sólo me escribió una palabra en un papel en blanco: KISS. Después de superar la sorpresa inicial, desglosó las siglas y me dejó un poco más tranquilo: “Keep It Simple, Stupid”. Pocas veces había aprendido tanto en tan poco tiempo.
La simplicidad es, quizás, la diferencia entre el éxito o el fracaso en un proyecto tecnológico. Es lo que realmente hace productiva la tecnología y transforma positivamente nuestro negocio porque, entre otras cosas, minimiza la resistencia al cambio y pone de nuestro lado el principal activo de las empresas: las personas.
No sólo tecnología
Es fácil decir que la tecnología debe transformar nuestra empresa. Pero realmente, después de un largo y arduo trabajo de implantación tecnológica, quienes llevan a cabo la transformación son las personas.
Bien porque son los usuarios/beneficiarios directos del proceso o bien porque han sido los artífices de la implantación. Si no tenemos en cuenta ese factor, sólo tendremos un montón de hierro y cables llenos de luces que, además, consumen una cantidad ingente de electricidad.
Además de las personas, es fundamental contar con un conjunto de buenas prácticas que orienten, organicen y den sentido a nuestro esfuerzo. Modelos hay muchos. No se trata de buscar el mejor, sino elegir el que mejor se adecúe a nuestro modelo de negocio y a nuestras posibilidades.
Alinear o integrar la tecnología con el negocio no es sólo una cuestión de buenas prácticas. Es un requisito imprescindible.
Las oportunidades
Una vez tenidas en cuenta las consideraciones anteriores, es hora de entrar de lleno en las enormes oportunidades que la tecnología pone a nuestro alcance. Tecnología hay mucha, y muy útil (la mayoría de las veces). Veamos sólo algunos de los casos que mayor impacto pueden tener en el negocio.
Elementos como la firma digital (en todos sus contextos, sea con certificado o biométrica) y los sistemas de información financiera o de gestión de RRHH permiten automatizar y simplificar hasta el extremo las gestiones internas. Con ello, el esfuerzo de la empresa se centra en su negocio, en el cliente y en la calidad de sus productos.
De otra forma, desgastaríamos nuestro músculo empresarial sólo en hacer que los engranajes de gestión caminen, arriesgándonos a que al llegar al cliente hayamos perdido toda nuestra energía y, con ello, toda nuestra competitividad.
Por otra parte, los dispositivos móviles están ahí para algo más que para llamar por teléfono, mandar WhatsApp o leer el periódico. La integración de estos dispositivos en el modelo de gestión de empresa facilitará la movilidad de los usuarios, la agilidad de los procesos internos y la inmediatez de la respuesta ante situaciones críticas.
Es este aspecto, creo que hay que mirar con especial atención los dispositivos tipo “2 en 1” o “3 en uno”, que permiten disponer de un PC, un portátil o una Tablet en función de nuestra necesidad y sin cambiar de dispositivo.
Por último, el apartado de las redes sociales está considerándose desde hace ya algún tiempo como algo más que un elemento de ocio o entretenimiento. En el ámbito empresarial tiene muchas y potentísimas vertientes que van desde la propia reputación digital de la empresa hasta el seguimiento en tiempo real del efecto de nuestras políticas de marketing o de información hacia el ciudadano.
De nuevo, es fundamental preparar una estrategia previa, realizar un esfuerzo constante en la calidad de nuestro trabajo en las redes sociales y no olvidar que no sólo es un escaparate, sino también una vía de comunicación con el ciudadano o cliente.
En el caso de la empresa para la que trabajo, el uso de Twitter ha sido especialmente relevante en la mejora de la prestación de servicios hacia el ciudadano, fruto de una política de calidad y esfuerzo por parte del departamento de Comunicación.
Enfocado como un punto de información objetiva y provechosa para la ciudadanía, se ha convertido en uno de los servicios más valorados y que más visibilidad dan al servicio que representa. Además de una satisfacción para el personal que lo gestiona, también supone una gran responsabilidad ante la inmediatez y alcance que se logra cada vez que se emite un nuevo mensaje a través de esta red social.
La dependencia
Las TIC nos transforman, pero también nos hacen dependientes. Y si no,analicemos por un momento lo que supone 1 hora de interrupción del fluido eléctrico hoy y lo que podía implicar en el mismo contexto de negocio hace 50 años.
¿Quiere decir esto que la continuidad del negocio queda comprometida con la tecnología? No. Simplemente introducen nuevos elementos a tener en cuenta y que no pueden ser olvidados en los procesos de implantación.
Sin ir a extremos tan críticos, hay un factor clave que influye en que la tecnología aporte una mejora para la empresa. Hablamos del nivel de incidencias. Un entorno repleto de tecnología donde el nivel de fallos e incidencias se dispara sólo aporta incertidumbre, ralentización de los procesos y, en casos extremos, el más absoluto de los caos.
Por ello, además de un adecuado sistema de gestión de incidencias, es importante no acometer proyectos nuevos hasta que los anteriores hayan alcanzado el nivel de estabilidad y madurez que permita dar el siguiente paso sin comprometer el servicio.
Lo que ya está aquí…
En el ámbito de la tecnología se dice siempre que lo mejor está por llegar. Si bien creo que no hay que perderse mirando al futuro, sino aprovechar lo que tenemos hoy a disposición para optimizar nuestros procesos de negocio, cierto es que nos espera un futuro fascinante si de tecnología se trata.
En mi opinión hay tres elementos que prometen dar un cambio significativo a nuestro modelo de vida personal y laboral:
– La inteligencia artificial: Aunque aún no exista una consciencia artificial completa, poco a poco se hacen visibles más soluciones que se apoyan en mayor o menor medida en sistemas expertos que rozan la verdadera inteligencia artificial. Su aplicación en los procesos de toma de decisiones permitirá dotar de mayor agilidad a los procesos críticos y, bien gestionados, dar mayor beneficio a empresas y clientes.
– Big Data. Aunque sea un concepto que muchos tildan de “moda”, el análisis de la ingente cantidad de información que almacena Internet en el ámbito público y las empresas en el privado provocará un salto cualitativo de dimensiones imprevisibles en las decisiones empresariales y en las vinculadas a la orientación de políticas específicas para la ciudadanía
– La Internet de las cosas: He dejado para el final lo que llamaría “la revolución silenciosa”. Ya en 2011 Cisco vaticinaba que antes de 2020 habría más dispositivos conectados que personas. Si la hiperconectividad social nos está transformando poco a poco, la de los objetos puede cambiarnos radicalmente.
La cuestión será aprovechar la oportunidad para sacarle el máximo provecho.
Las asignaturas pendientes
Más que una revolución tecnológica, vivimos una “inmersión tecnológica”. Un nuevo modelo de relación social donde prima la interconexión continua, simultánea y multitemática.
Cabe pensar si estamos preparados o no para esta avalancha digital. Quizás necesitamos madurar nuestra relación con la tecnología. Y para entender esto, lo mejor es sentarnos cinco minutos en nuestro salón, hacer una lista de los “dispositivos” que nos rodean y luego analizar para qué sirven, para qué los usamos y, sobre todo, “cuanto los usamos”. Si hacemos lo mismo en el trabajo, y le sumamos los costes que hemos asumido, igual la cosa se pone más dramática.
Por otra parte, está la cuestión de nuestro modelo de interacción en el mundo digital. En los albores de Internet se hablaba de la Netiqueta. Una serie de consideraciones, más bien marcadas por las propias limitaciones de la Red, de cara a facilitar la correcta comunicación entre sus usuarios. Incluía cosas tan curiosas como el hecho de considerar que alguien se expresa gritando si escribe sus mensajes en mayúsculas.
Para los usuarios de la Red de entonces, seguir las normas básicas de Netiqueta era algo que se cuidaba con esmero.
Con la eclosión de las comunicaciones, la hiperactividad en las redes nos ha pasado un poco por encima de la misma manera que lo hace una ola en la playa cuando estamos despistados.
Un buen día nos despertamos y nos encontramos todo conectado, generando un nuevo modelo de sociedad que conlleva un sin fin de nuevas oportunidades…y de nuevos riesgos. Y, desde mi punto de vista, todavía estamos asimilando el cambio. Si en la sociedad tradicional, con miles de años de historia a nuestras espaldas, aún decimos que hay crisis de valores, ¿qué no habrá en esta nueva sociedad digital?
Los que vivimos el comienzo de Internet sabemos que su crecimiento desmedido e imparable ha tenido un precio: la calidad de la información.
Ahora lo difícil no es localizar lo que nos interesa. Es encontrar, dentro de lo que nos interesa, información realmente relevante.
Por no hablar de la causa/efecto. ¿Nos estamos preparando para aprovechar al máximo las nuevas oportunidades y para gestionar los nuevos riesgos? ¿Somos conscientes de que una foto hoy en nuestro Facebook puede condicionar nuestra entrevista de trabajo de mañana?
Por último, una reflexión social. Si en el modelo actual de sociedad ya hay un problema importante con las disparidades sociales motivadas por diferencias económicas, ¿Qué pasará con aquellos que, por diversos motivos, no se suban al tren del mundo conectado?
Carlos B. Rosa
Licenciado en Matemáticas por la Universidad de La Laguna (Tenerife), Carlos ha desarrollado toda su carrera en el ámbito de la gestión de Sistemas y Proyectos de IT. Acumula una experiencia de más de 15 años que le ha llevado a trabajar en diversos organismos oficiales, como el ICFEM (actual Servicio Canario de Empleo) o el Cibercentro del Gobierno Canario. También ha colaborado con la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC) como docente en programas de informática básica y software.
Actualmente es Responsable de la Unidad TIC de la empresa pública Gestión de Servicios para la Salud y la Seguridad en Canarias, entidad a cargo del Servicio de Urgencias Canario y del CECOES 112 de la región.