chica trabajando

Ha pasado tiempo, casi no sé cuánto en total, he perdido la referencia de cuando empecé con esto.

Pero llega el día, mañana me incorporo al nuevo puesto, ya han pasado las citas, las entrevistas, los suponer, ya voy a tener la oportunidad y la obligación de actuar y de demostrar. Ha sido diferente a otros colegas. Por muy distintas razones nos hemos tenido que plantear un nuevo trabajo y un nuevo primer trabajo.

A cada uno según le ha ido, a veces por necesidad, porque la situación está siendo muy dura y nos ha tocado.

Parece que pocas veces porque somos capaces y podemos elegir y decidir, y no necesariamente por mejores condiciones económicas sino por intangibles que también valen y pesan mucho más.

Especialmente por sentirse plenamente identificado en un proyecto o con las personas, por necesidad existencial del cambio o porque es el momento de un proyecto personal.

He decidido, en consenso con mis circunstancias y la aprobación de quienes me rodean, empezar mi nuevo primer trabajo. He de asumir las obligaciones que lleva asociadas el cargo, así como la cultura de la nueva organización en el momento de entrada.

Esto no se puede ver en el proceso anterior, necesario de todas formas, pero que no garantiza que la adaptación sea un éxito.

En esto hay que poner empeño y no descuidarlo como objetivo. O ¿es la nueva organización la que ha de adaptarse a mí?

Así que ¡a prepararnos! Es hora de empezar, llegaremos pronto y saludaremos a esas mismas personas con las que hemos estado cuando solamente éramos una visita. Pero ahora somos el jefe nuevo.

Expectantes y conocedoras de todo aquello que en Internet figura sobre nosotros, pero vigilantes y atentas a todo movimiento y toda acción que hagamos desde ese primer momento.

Y nos encontraremos con las mismas personas que ya conocemos, a las que les han cambiado el nombre y la fisonomía, pero ocupando puestos distintos en el grupo; cuanto antes los reconozcamos, mejor para todos, así podemos potenciar actitudes positivas o iniciar el proceso de cambio necesario en las negativas y neutras, fijarse más en el fondo que en la forma de las cosas. Por prioridad, las formas serán más fáciles y tendremos más tiempo para cambiarlas.

Tenemos que conocer al equipo y tenemos que conocer a las personas de los equipos. Por tanto, hay que establecer un plan, una primera reunión con el grupo más directo de trabajo, en la que, al acabar, todo el mundo se pone a disposición.

Esto significa que en los siguientes diez minutos después de acabada la reunión, se reciben tal cantidad de email y de archivos conteniendo información, que es necesario empezar a crear carpetas que sean capaces de tener clasificado todo esto pendiente de, al menos, leer; lo de comprender vendrá después o en la relectura cuando haya pasado algún tiempo.

En nuestra actitud frente a estos primeros contactos podemos demostrar que nuestra experiencia es mayor que la de todos, nuestros conocimientos superiores y los criterios personales, mejor argumentados.

Como opinión personal, mostrar buena disposición para aprender y adaptarse, entender cómo funcionan las cosas, preguntar y cuestionar, aunque a veces se confunde con debilidad, pero es sólo pasajero y sólo dura el tiempo que se necesita para convencer o imponer.

Debemos gestionar siendo responsables de todo lo que hacemos para nosotros y sobre todas las personas sobre las que tienen repercusión nuestras decisiones y actuaciones.

Y el siguiente y demás días, mantenemos las ganas por levantarnos cada día e ir rápido a este nuevo primer trabajo. Esto no tiene precio y hay que valorarlo en su justa medida. Por dónde empezamos, qué es lo importante, estoy solo o acompañado, qué se espera que haga.

Uno no puede tener conocimiento para tomar decisiones, pero en cambio las ha de asumir desde el primer día.

Las responsabilidades son nuestras, vengan de donde vengan y hayan sucedido en cualquier tiempo. Esto va a ser lo primero, aprender, fijarse en todo, cuestionar todo, para ser capaz de encontrar las diferencias entre lo bueno a conservar, lo malo a eliminar y lo nuevo a incorporar.

El pasado ya no existe, salvo como cultura para saber más, pero nuestra realidad de hoy es la que nos determina nuestro punto de partida.

Si éste no fuese así, es probable que no estuviésemos haciéndonos estos planteamientos.

Somos fruto de ese pasado y tenemos que construir a partir de este presente nuestro futuro, y de éste sí que somos responsables.

Todo ello sin abstraernos de lo que sucede en nuestros entornos más cercanos y más lejanos, pero que tengan algún tipo de influencia en lo que tenemos que hacer o en las acciones que estamos dispuestos a realizar.

Para ser más y mejor, debemos perder el miedo a estar rodeado de los mejores y en aplicación de la ley de los complementarios, entender que más vale, cubrir huecos que solapar vanidades.

Ya estamos contratados. Y la realidad no parece tener mucha similitud con todo aquello que nos habían expuesto y contado en esas necesarias entrevistas y en los datos que has sido capaz de analizar.

Las dificultades son siempre mayores que las que preveías o intuías, por tanto hay que pensar que trabajaremos en un entorno de dificultades, propias y externas.

Sólo hace falta, sin comprar, pasar por el kiosco y leer los titulares expuestos, a cual más agresivo, en una competencia por someternos al “martirio de cada día”; como viene la prensa de hoy domingo, además de juegos de sartenes, películas bélicas, películas de época y cursos intensivos de inglés, sólo encontramos noticias que nos destrozan el ánimo. Y mañana bien temprano a ese nuevo primer trabajo.

Y puede que a seguir escuchando casi las mismas noticias, pero adaptadas a la propia empresa: que si la cosa está fatal, que si las ventas han caído, que si se está pensando en reducir personal, que mira que cara tiene hoy nuestro nuevo jefe.

Como conclusión de todos estos comentarios y pensamientos, ¿cómo vamos a salir de esta?, a ver si esto sirve para algo, pero vaya momento que ha escogido para venir.

Ya habremos visto y posiblemente sentido como en otras vidas, propia o de otros, se han tomado medidas como: el redimensionamiento de la plantilla y del personal; cambios en los equipos directivos; la reducción de gastos generales; la optimización de pagos a proveedores; la desinversión de activos; la refinanciación de la deuda; mejora de la productividad; del cobro a clientes; desinversión de unidades de negocio no rentables; la gestión de la morosidad; el control de caja, de la rentabilidad y de los costes; externalización de servicios; y tantas otras.

Pues no descartes que tengas que repasar o utilizar todos estos ingredientes para poder hacer un trabajo distinto del que te habías hecho a la idea.

Pasaremos por tres etapas en relación al ánimo y al tiempo: una primera de euforia, en la que todo lo vemos muy fácil y nos creemos capaces de cualquier cosa, es una rampa de subida rápida, con frenazo en seco, para entrar en una segunda en la que con la misma intensidad que la anterior caemos en las profundidades, al no ser capaces de asimilar ni entender todo lo que nos está llegando tan rápido como necesitamos.

Cuanto antes pasemos estas dos etapas mejor y menos sufrimiento innecesario, ya que nos situaremos en la tercera con una pendiente muy suave, nos hará sentirnos satisfechos con el resultado día a día habiendo conseguido cada jornada un poco más.

Esto sólo es posible con trabajo, dedicación, profesionalidad y mucha pasión, sin desvanecer y sólo permitiendo micro cortes en el ánimo, también necesarios.

No podemos olvidar que debemos revalorizar valores como: las personas y su capacidad de aportar, independientemente del puesto que ocupen; la gestión responsable; la productividad; la eficiencia; la innovación; la sostenibilidad; el valor y reconocimiento del trabajo bien hecho.

Creer en valores, que no siempre los mismos y no para todos iguales.

Pero es muy importante que estén siempre presentes como la capacidad de compromiso, la ética empresarial, el respeto, la lealtad, la honestidad, la transparencia y el trabajo en equipo.

Hemos de gestionar nuestra actual o nueva empresa en estado permanente de crisis.

No nos creamos todo lo positivo de nosotros mismos, lo que le contamos a los demás. Debería empezar a ser incorrecto tener razón antes que los otros.

Si hemos de tomar medidas de las que llamamos “que no nos gustan pero necesarias”, debemos también analizar cuanta parte nos corresponde como responsables de la gestión. Y no utilicemos el miedo como elemento de motivación, ya que este paraliza y no permite a las personas desarrollarse con toda su intensidad.

Pero si debemos tomar medidas extraordinarias, os daré siete pautas necesarias para trabajar sin excusas en esta etapa que necesariamente ha de ser de transición, entre un pasado que no volverá y un futuro que debemos construir desde ahora mismo.

El punto de partida o pauta, llamémosla cero, es el no derroche, evitar todo aquello innecesario, que no aporta valor y que, además, supone un coste para la empresa.

La búsqueda de la eficiencia, definida como la eficacia con ausencia de costes innecesarios.

1. Debemos prepararnos para lo que hacemos.

Es un estado diferente, debemos preparar a nuestro equipo y a todas las personas de la organización. Éste es un nuevo tiempo y una nueva manera de hacer las cosas.

Especialmente debemos preparar nuestro cerebro para conseguir que no sufra nuestro estómago y no nos tiemblen las piernas.

Entender que resolver problemas es el trabajo fundamental que tenemos por delante en estas circunstancias.

2. Definir nuestros objetivos y hacerlos entender al resto.

Porque en función de estos, así van a ser nuestras acciones. Con objetivos distintos, acciones diferentes.

3. Aprender a hacer las cosas sin los medios habituales a los que estábamos acostumbrados.

Tendremos que hacer mayores esfuerzos para conseguir lo mismo y en muchos momentos nos encontraremos solos. Pero debemos seguir adelante.

4. Tomar decisiones, a veces muy difíciles pero tenemos que hacerlo y en muchos casos.

Qué complicado hacerlo entender a aquellos que se han visto afectados.

Estaremos de acuerdo que lo importante en nuestras empresas son las personas, pero pensemos que la empresa está muy por encima de cualquier persona.

5. No perder de vista el objetivo a conseguir.

Viviremos momentos duros, muy duros.

No permitamos que las tensiones internas y el día a día nos desvíen de ese objetivo final, porque si no todo habrá perdido sentido.

6. El fracaso es posible.

También existe esta posibilidad y lo debemos tener presente. Simulemos lo peor que nos puede pasar e intentemos que no suceda.

También la buena suerte tiene algo que decir.

Según van sucediendo las cosas y en el tiempo en el que se producen pueden hacer cambiar los resultados.

7. Creer en lo que hacemos.

Dar el salto de fe que le decía su padre a Indy en la última cruzada y confiar en nosotros mismos que, después de todas las pruebas por las que tenemos que pasar, seremos capaces de lograr el objetivo que nos habíamos planteado, que no será otro que el de sacar a la empresa de esta situación extraordinaria en la que se encuentra.

Nuestra tarea es gestionar y hemos de hacer una puesta a cero para que, en ese primer día, estemos como el coche que sale del taller después de una revisión y un mantenimiento, con aceites limpios, filtros nuevos, pastillas de frenos en buen estado, con el cuentakilómetros sin trucar, pero con todo listo.

Debemos empezar por plantearnos y reforzar, si es necesario, nuestros principios, conocimientos y actuaciones, siempre meditadas y actualizadas, sin creernos que lo mejor solo está en nosotros.

Lo mejor estará en nuestro equipo si sabemos crearlo, motivarlo y dotarlo.

Empezaremos cuestionándonos a nosotros mismos y aquello para lo que hemos sido elegidos, preguntándonos por nuestra principal tarea y función en la nueva empresa, ¿Qué es gestión?

Para definirlo, podemos decir que es la combinación de Planificar, Organizar, Dirigir y Controlar los recursos que necesitamos o de que disponemos para desarrollar una actividad. Pero la gestión es mitad ciencia y mitad, arte.

Porque en esta tarea, se incluye lo más importante que tienen nuestras empresas, las personas; y a la vez lo más difícil, lo que lo hace más apasionante.

Podríamos decir que, el sentido común más los conocimientos y la preparación nos dan la capacidad de gestionar.

Podemos plantearnos nuestro quehacer como una carrera de velocidad, medio fondo o fondo.

Nosotros no elegimos sólos, son las circunstancias.

Procuremos no perder de vista las que nos dicen qué modo de estrategia debemos seguir y nos marcan el tipo, debiendo variar los ritmos, en función de la carrera. Y a veces es difícil hasta adivinar que formato de carrera estamos corriendo.

El corto, medio y largo plazo como horizontes de planificación han de estar siempre presentes y debidamente enlazados.

Cada uno sin los demás no son nadie, y si no los vemos en su conjunto tendremos una visión parcial del estado de situación y la fortaleza de las medidas que hemos de adoptar.

No podemos olvidar que en la actualidad hay más de cinco millones y medio de personas que no tiene oportunidad de levantarse por la mañana ilusionados y con ganas de ir a cumplir con sus obligaciones que serán recompensadas cada final de mes.

Especialmente a ese treinta por ciento de mano de obra no cualificada, es sobre la que tenemos la obligación social de facilitar su incorporación para que sean capaces de encontrar su hueco en esta Sociedad.

Importante es no desfallecer, a pesar de oír todos los días hablar de la prima de riesgo, del mercado de valores, de la contención del déficit, del sistema financiero, de la balanza de pagos, de los mercados, de las agencias de calificación, de los test de stress, de los planes de rescate, de la capitalización de los bancos y la recapitalización de los mismos bancos.

Ya sé que cuento con desventajas en el conocimiento del negocio, de la cultura, de los poderes, de las relaciones.

Pero acabo de oír un diálogo que me ha sacado de mis pensamientos: “La vida no se mide por las veces que respiras, sino por los momentos que te dejan sin aliento”.

Esto es lo que empieza mañana. Hay algo que te da el vigor y que tiene la fuerza para superarlo todo, las ganas, la ilusión, el querer hacerlo bien, la experiencia adquirida, la responsabilidad sobre las personas y sobre todo, porque es mi nuevo primer trabajo cada día.

Artículo escrito por BIENVENIDO MARTÍNEZ

Director del Área Técnica y Estratégica de IDE-CESEM. Ingeniero Técnico Industrial y Master en Dirección de Empresas y Producción. En su carrera profesional ha sido Director de Fábrica de BTESA, Director de Operaciones de ABC.es, Coordinador de obras en el Grupo Lledó, Director General de Paconsa, Director General de Fasur, Director de Inversiones Estratégicas de la Agencia de Innovación y Desarrollo de Andalucía (IDEA) y Presidente de Santana Motor. Ha formado parte de los Consejos de Administración de compañías como Alestis Aerospace, Sacesa, Sadiel, Fasur, Cedes, Sandetel, Veiasa, Invercaria e Inverjaén. Fue Director de EMG (Experience Management Group) y Director General de Redsa.

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