Cuando tu trabajo consiste en buscar trabajo

Un análisis de la situación actual:

El mercado laboral está en constante evolución, los empleos demandados no son los mismos que hace 20 años y eso nos obliga a estar en un proceso constante de formación y actualización, tanto de nuestros conocimientos, como de nuestras aptitudes.

Con un paro registrado de más de 5’4 millones de personas, no podemos permitirnos quedarnos atrás en la carrera por encontrar un empleo.

Son muchas las barreras que debemos superar a la hora de buscar trabajo, pero debemos convertir todas esas amenazas en oportunidades y no dejarnos superar por la situación.

Lo que siempre se recomienda es “saber diferenciarse” del resto, ofrecer algo que nadie más ofrezca, pero cuando aplicas a una oferta de trabajo en la que hay 300 candidatos más apuntados, se convierte en tarea ardua, ya que la empresa probablemente ni llegue a leer tu currículum por brillante que sea.

Tampoco lo ponen fácil las páginas web de búsqueda de empleo, solo para registrarte en uno de estos buscadores pierdes una media de 20 minutos, y no es suficiente con aparecer en una de ellas, lo que se recomienda es que aparezcas en todas las que puedas, lo que puede acabar poniendo de los nervios a cualquiera.

Por eso, una de las herramientas más utilizadas hoy en día a la hora de buscar trabajo es el uso de redes sociales.

Según el último informe de Infoempleo-Adecco, el 78% de las personas usan las Redes Sociales para buscar empleo y cada vez es mayor el número de empresas que contratan mediante dichas redes sociales. Linkedin es a día de hoy la red social más utilizada para buscar trabajo en España (con más de 6 millones de usuarios registrados en España), seguida de Twittter y Facebook.

Pero en plena era informática vamos más allá y ya contamos con apps específicas para buscar empleo como Job&Talent, con una amplia oferta diaria.

Pero no todos los datos son tan alentadores como estos, ya que apenas un 20% de las ofertas aparecen en páginas web de búsqueda de empleo, según un estudio de Lee Hecht Harrison. Muchas empresas no llegan a publicar sus ofertas ya que éstos puestos son cubiertos  mediante “recomendaciones”, lo que conocemos coloquialmente como “enchufe”.

De aquí la importancia de tener una buena red de contactos entre amigos, familiares y otros conocidos, ya que muchas empresas prefieren contratar a personas de confianza o que se muevan entre sus círculos más cercanos antes que llevar a cabo tediosos procesos de contratación y entrevistas interminables.

Otro problema con el que nos podemos topar a la hora de buscar trabajo es la estacionalidad del mismo, sobre todo si pertenecemos al sector servicios (hostelería, turismo…) ya que su constante fluctuación no nos permite encontrar un trabajo estable, sino que dependemos de la época del año para poder trabajar (campaña de Navidad, verano, Semana Santa…)

Encasillarte en un área de trabajo muy determinada tampoco ayuda a la hora de enfrentarte a una entrevista en la que se busca un perfil diferente. Si bien es cierto que no siempre podemos elegir en qué trabajar, esto puede jugar en nuestra contra.

Por ejemplo, si tu campo es el Marketing y la Comunicación, pero siempre has trabajado en Marketing (porque es donde más oferta de empleo ha habido), y prefieres la Comunicación, puede que las empresas te digan que no cumples el perfil que buscan por tu experiencia.

Por ello, mantener una actitud optimista y eliminar la palabra “rendirse” de tu vocabulario, te darán fuerzas para conseguir tu objetivo. Se perseverante y no dejes de especializarte en aquello que más te gusta, ya que alguna empresa reconocerá tu valía.

La aparición de nuevos puestos de trabajo en el mundo tecnológico nos permite encauzar otra vía de profesionalización. El sector de las Nuevas Tecnologías como en Marketing Online, expertos en posicionamiento SEO y SEM, la figura del Community Manager, las E-commerce, la creación de start-ups o apps… se encuentran entre los 10 empleos más demandamos actualmente en nuestro país gracias a la eclosión de la era informática.

Por lo que enfocar nuestra carrera hacia este sector puede ser una buena alternativa laboral, en la que no abunda el personal especializado por su presente aparición.

Cuando te exigen nivel bilingüe de inglés y tu jefe no sabe ni decir la hora:

Muchos nos hemos presentado a entrevistas de trabajo en las que debíamos pasar una prueba de “nivel de inglés”.

La prueba consiste casi siempre en explicar tu experiencia laboral en puestos similares a los que ofrece la empresa o simplemente que les hables de ti mismo.

El entrevistador suele ser alguien del departamento de Recursos Humanos que maneja algo de inglés porque hizo un curso en Inglaterra hace 3 años, o estudia en la Escuela Oficial de Idiomas, por lo que esta parte de la entrevista no suele ser muy complicada y, con poco que te sepas desenvolver, la puedes superar sin problema.

Lo que resulta más irónico es que una vez pasada la entrevista y ya en tu puesto de trabajo, te das cuenta de que tu jefe (de más de 50 años) no habla ni palabra de inglés y de que nunca vas a tener que usarlo en el trabajo.

No te desanimes, es un valor añadido que posees y probablemente tu empresa lo tendrá en cuenta a la hora de promocionarte.

Un problema político-económico:

Aquí llega la parte negativa y menos alentadora. Con ello, pretendo hacer una reflexión que nos ayude a comprender la realidad del siglo XXI en nuestro país. Si conocemos bien la situación, podremos enfrentarnos a ella y ganar la batalla.

Las medidas económicas que aplica el Gobierno en materia de empleo no son precisamente la mejor ayuda en estos momentos.

El abaratamiento del despido ha creado unas políticas de empresa completamente deshumanizadas en las que debes aceptar cualquier cosa para poder trabajar, no cobrar las horas extra, no poder coger todos los días de vacaciones que te corresponden y, por supuesto, no rechistar.

Con la libertad que se les ha otorgado a las empresas para poder despedirte por cuatro duros, no solo no se ha conseguido lo que se pretendía con esta medida (fomentar la contratación), sino que además se ha creado lo que conocemos como “empleo precario”, temporal y mal pagado. En las empresas ya no hacen fijo a casi nadie, les sale más rentable contratar a una persona cada 6 meses para cubrir ese puesto.

Entonces, ¿dónde queda la cultura de empresa, el networking y el poder ir a trabajar sabiendo que valoran tu trabajo y esfuerzo y que si eres bueno en lo que haces, durarás muchos años en la compañía?, ¿dónde están esas empresa que mantenían a su misma plantilla durante más de 30 años y la cuidaban para que diesen lo mejor de sí?, si el éxito de una empresa trasciende en el capital humano de ésta ¿a dónde han ido a parar esos valores?

Cada vez resulta más corriente ver currículums de gente joven y muy preparada que antes de los 30 ha pasado por 4 o 5 empresas diferentes empalmando contratos precarios y prácticas no remuneradas.

Los emprendedores tampoco lo tienen más fácil, a pesar de que son generadores de puestos de trabajo y gracias a ellos se crean nuevos conceptos de negocios y se mueve el capital, lo tienen cada vez más difícil para conseguir financiación.

Los bancos no se fían de casi nadie ni conceden créditos fácilmente, a pesar de que luego recurren a los fondos públicos para ser rescatados.

La falta de confianza que depositan en nosotros las entidades de crédito no es precisamente un aliciente para que nos pongamos manos a la obra a desarrollar un negocio, que podría resultar exitoso y que movería la economía.

Y, como guinda del pastel, la jubilación cada vez más tardía que se pretende aprobar, hasta llegar a los 67 años, con al menos 35 años cotizados.

Entiendo que la esperanza de vida es cada vez mayor y que debemos pagar esas pensiones, pero, si el puesto que debería de quedar libre por una persona que se jubila a los 61, tarda 5 años más en estar disponible para la persona que le sustituya, ésta tardará 5 años más en incorporarse al mercado laboral.

A su vez, para que este joven puede optar a una pensión estándar cuando se jubile, probablemente deba trabajar hasta los casi 70 años y así progresivamente.

No soy ninguna experta en economía pero, si se permitiese la jubilación a los 61 años, ¿no se quedarían millones de puestos libres cada año que pudiesen ocupar las personas desempleadas? y ¿no es mayor el gasto de pagar ayudas a parados de larga duración o subsidios por desempleo, que el de pagar las pensiones de jubilación?

El Gobierno sabe jugar sus cartas muy bien y darle la vuelta a la tortilla con más estilo que en Masterchef y acuñan como “ninis” a los jóvenes que ni estudian ni trabajan.

Estudiemos a fondo la situación: si, por un lado, cada vez se conceden menos becas de estudios y suben los precios de las matrículas, y por otro, vivimos en un país con más de 5,4 millones de parados donde el Gobierno no facilita medidas de contratación, ni ayudas a pymes…

Mi pregunta es, ¿realmente son esos “ninis” unos vagos que no quieren hacer nada con sus vidas?

Y si la respuesta fuese que si… ¿por qué cada mes aumenta el número de jóvenes titulados que emigran a otros países en busca de empleo y de mejor calidad de vida, porque son unos vagos? No me termina de cuadrar.

Pero aún hay esperanza:

La idea que intento trasladar es que hay factores externos que se escapan de nuestras manos y no podemos controlar a la hora de buscar empleo, por eso, ante estas adversidades, es imprescindible mantener una actitud positiva y no rendirse nunca, porque solo si dejas de luchar, dejarás de vencer.

Laura Mazario Lafuente es diplomada en Turismo, licenciada en Ciencias Políticas y actualmente cursa el Máster Executive en Dirección de Marketing y Comunicación de IDE-CESEM.

Ha trabajado en el área de Marketing de empresas como Restalia, Randstad o Eme2. Se incorporó al Departamento de Exportación de Plata Grés SL.

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